Pompilio, escolapio italiano, vivió en Nápoles en el siglo XVIII. Allí, observó la corrupción de los usureros y banqueros. Se enfrentó a ellos, impidiéndoles expropiar a los humildes. Intentaron sobornarlo fútilmente antes de pedir su expulsión al arzobispo y a las autoridades.
El rey y el arzobispo accedieron a expulsarlo de la ciudad. El escolapio, abandonado por su Iglesia, fue desterrado. Entonces, los napolitanos manifestaron su apoyo a Pompilio y las autoridades tuvieron que aceptar que él volviera a Campania.
Santificaron a Pompilio por salvar milagrosamente a un niño de un pozo. Sin embargo, los napolitanos le amarán siempre más por sus acciones y sacrificio desinteresado por los humildes que por milagros o lecturas de la Biblia. Los banqueros, probablemente, no querrán nunca a San Pompilio.
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