Los veteranos le contaban mil historias sobre luchar con honor. Hansel estaba ilusionadísimo por ser uno de los elegidos. Sólo seleccionaban a los más fuertes para ser alimentados y entrenados fuera del recinto. Por contra, su hermana Gretel lloraba explicándole como ellas vivían encadenadas y encerradas con el único objetivo de amamantar a los hijos de los amos.
Llegó el gran día. Un hombre, que no era su amo, le hizo algo extraño en la cabeza a Hansel. Después, todo oscuro. Él, desorientado por el ruido y el calor, envistió nada más abrirse la puerta pero no acertó. Algo extraño pasaba. No podía defenderse delante de ese insignificante tipejo de rojo.
Vítores cada vez que herían al bravo Hansel en el lomo. Agonizando después del espadazo, Hansel murió por la puntilla. Le cortaron las orejas, la cola y lo arrastraron por tierra con mucho arte y entre aplausos. Su hermana Gretel murió electrocutada y fue troceada en hamburguesas también con mucho arte, pero ella sin aplausos y sin sufrimiento.
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