Abrir el discurso económico hacia una perspectiva distinta a la que
se imparte en las facultades de economía de cualquier universidad es
harto difícil ante la imposición del pensamiento neoliberal. El profesor
estadounidense Randall Wray plantea una critica al
actual modelo económico desmarcándose de la idea predominante, afirmando
que “existen cosas primordiales que son más importantes que el déficit
público”.
Para Wray indica que “lo importante no es que haya dinero”, algo que tacha de invento social, sino que esquivar las limitaciones en la creación de puestos de trabajo, ya que según argumenta, por la vía de las restricciones “la recuperación está lejos de llegar a Europa”.
Sus fundamentos de la Teoría Monetaria Moderna pasan por la soberanía monetaria de cada Estado y por la capacidad que éste tiene para producir dinero “apretando las teclas de un ordenador”. Según el economista, “el Euro se desvía del patrón y la teoría ha de ser revisada en este caso". Mantiene, no obstante, que un estado soberano no se puede quedar sin dinero “mientras el gasto moderno se produzca a través de tecleos informáticos que aumentan el saldo”.
Según esta teoría, el Gobierno genera dinero para que éste exista y los ciudadanos lo emplean para pagar impuestos. “Por lógica, los ciudadanos no pueden pagar si el Gobierno no ha gastado”, continua. El modelo que propone es que el tesoro público transfiera capital al banco central, que lo repartirá entre los bancos privados, encargados también de recibir el dinero recaudado por los impuestos antes de devolverlo al banco central y éste, después, al tesoro, invirtiendo el proceso. Las restricciones que acompañan a este modelo son tres: el pleno empleo, la inflación y los tipos de cambio.
Apoyándose en la alternativa planteada por el también economista Hyman Minsky, Wray ha destacado que las armas de política económica actuales no son suficientes para asegurar el pleno empleo y que las estrategias de inversión privada no lo hacen sostenible en el tiempo.
El objetivo para asegurar el pleno empleo es aumentar el consumo y no la inversión, para que de esta manera aumenten los ingresos y el trabajo. El Gobierno ofrecería empleos dentro de un programa de trabajo garantizado que emplearía a cualquier persona que pueda y quiera trabajar. Plantea el economista generar trabajo no especializado donde “cada trabajador sea aceptado como es”, sin planes de formación alternativos y comenzando desde la parte más desfavorecida de la población hacia arriba.
Plantea el modelo que la distribución de la renta se efectúe en base a los salarios y no a los beneficios, dejando así de gastar dinero público para estimular la inversión privada. El programa establecería también un salario mínimo que obligaría a las empresas privadas a aumentar los salarios: “si un trabajador gana 12 euros por hora en el sector público, la empresa privada no podrá pagar menos”, porque el trabajador podría decantarse por el ámbito público. “Por esta razón se puede llegar al pleno empleo sin generar inflación y manteniendo los precios estables”, aseguró, alegando también que se estabiliza el consumo “generando beneficios para los empresarios, porque si alguien pierde su trabajo puede seguir con trabajo público”. Además se reducirían los costes de contratación, demostraría la aptitud de los trabajadores en el mercado laboral; “no reduce todos los problemas, pero resuelve los más importantes”, continuó.
Como medidas adicionales para salvar esta limitación ha propuesto tres: la salida del euro, la implantación de una moneda paralela, debate que ya se ha abierto en Grecia, o aumentar la capacidad de financiación del Parlamento Europeo para que sea este organismo quien lo financie.
Para Wray indica que “lo importante no es que haya dinero”, algo que tacha de invento social, sino que esquivar las limitaciones en la creación de puestos de trabajo, ya que según argumenta, por la vía de las restricciones “la recuperación está lejos de llegar a Europa”.
Sus fundamentos de la Teoría Monetaria Moderna pasan por la soberanía monetaria de cada Estado y por la capacidad que éste tiene para producir dinero “apretando las teclas de un ordenador”. Según el economista, “el Euro se desvía del patrón y la teoría ha de ser revisada en este caso". Mantiene, no obstante, que un estado soberano no se puede quedar sin dinero “mientras el gasto moderno se produzca a través de tecleos informáticos que aumentan el saldo”.
Según esta teoría, el Gobierno genera dinero para que éste exista y los ciudadanos lo emplean para pagar impuestos. “Por lógica, los ciudadanos no pueden pagar si el Gobierno no ha gastado”, continua. El modelo que propone es que el tesoro público transfiera capital al banco central, que lo repartirá entre los bancos privados, encargados también de recibir el dinero recaudado por los impuestos antes de devolverlo al banco central y éste, después, al tesoro, invirtiendo el proceso. Las restricciones que acompañan a este modelo son tres: el pleno empleo, la inflación y los tipos de cambio.
La propuesta del pleno empleo
Randall Wray opina que el principal objetivo de los gobiernos es el crecimiento económico, “objetivo equivocado para crear empleo adecuado”, y ha recurrido a los datos para demostrar que en el año 2006 había 200 millones de desempleados y, tras tasas buenas de crecimiento, no se ha resuelto este problema. Además, ha echado la vista aún más atrás para asegurar que en los últimos 40 años de crecimiento no se ha reducido la desigualdad “si algo se ha conseguido es aumentarla”, ha apostillado.Apoyándose en la alternativa planteada por el también economista Hyman Minsky, Wray ha destacado que las armas de política económica actuales no son suficientes para asegurar el pleno empleo y que las estrategias de inversión privada no lo hacen sostenible en el tiempo.
El objetivo para asegurar el pleno empleo es aumentar el consumo y no la inversión, para que de esta manera aumenten los ingresos y el trabajo. El Gobierno ofrecería empleos dentro de un programa de trabajo garantizado que emplearía a cualquier persona que pueda y quiera trabajar. Plantea el economista generar trabajo no especializado donde “cada trabajador sea aceptado como es”, sin planes de formación alternativos y comenzando desde la parte más desfavorecida de la población hacia arriba.
Plantea el modelo que la distribución de la renta se efectúe en base a los salarios y no a los beneficios, dejando así de gastar dinero público para estimular la inversión privada. El programa establecería también un salario mínimo que obligaría a las empresas privadas a aumentar los salarios: “si un trabajador gana 12 euros por hora en el sector público, la empresa privada no podrá pagar menos”, porque el trabajador podría decantarse por el ámbito público. “Por esta razón se puede llegar al pleno empleo sin generar inflación y manteniendo los precios estables”, aseguró, alegando también que se estabiliza el consumo “generando beneficios para los empresarios, porque si alguien pierde su trabajo puede seguir con trabajo público”. Además se reducirían los costes de contratación, demostraría la aptitud de los trabajadores en el mercado laboral; “no reduce todos los problemas, pero resuelve los más importantes”, continuó.
Aplicar el modelo a España
España es un país limitado por el Euro, ya que no tiene soberanía monetaria. Por ello, lo relevante en el caso español sería la cantidad que el Gobierno gaste en el programa. “Quizá habría que limitar el gasto en función de lo que se sea capaz de presupuestar” y ha propuesto emplear primero a cabezas de familia con menores a su cargo y a menores de 30 años, que cuentan con una tasa de desempleo del 50%, a medida que se implementa de manera gradual, como sucedió en Argentina.Como medidas adicionales para salvar esta limitación ha propuesto tres: la salida del euro, la implantación de una moneda paralela, debate que ya se ha abierto en Grecia, o aumentar la capacidad de financiación del Parlamento Europeo para que sea este organismo quien lo financie.
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